«Y el viento soplará,
pero no te detendrá»
Creeré, Tecer Cielo
Mi adolescencia estuvo marcada por el ministerio juvenil de mi iglesia. Sábado tras sábado por años y años, me reunía con otros jóvenes y junto a ellos aprendía de Dios, servía, lloraba, reía y cantaba. Pasábamos nuestro tiempo en servicios de adoración o en retiros juveniles hablando de los videos de Carlos Erazo y las prédicas de Lucas Leys y Dante Gebel (a quien por aquellos años llamaban “el Pastor de los jóvenes”).

En medio de todo, si tuviera que ponerle un fondo musical a esa época de mi vida, definitivamente escogería las canciones de Tercer Cielo. Si no los conoces, Tercer Cielo es un grupo de adoración compuesto por la pareja dominicana de Juan Carlos Rodríguez y Evelyn Herrera. Sus mayores éxitos, según yo, fueron las canciones “Llueve”, “Creeré”, “Mi último día” y, claro, “Yo te extrañaré”.
¿Qué hizo a Tercer Cielo tan popular entre los jóvenes de mi generación? Quizás su éxito se deba, en parte, a la calidad de su música y a otras razones técnicas que no sé apreciar o comunicar. Pero, estoy segura de que su impacto también se debe a la forma con que relacionaron con nuestra generación.

En primer lugar, Tercer cielo siempre fue cool. Se vestían con su estilo particular y cantaban canciones con ritmos pegajosos. Nadie tiene absolutamente nada en contra de la adoración tradicional que heredamos de Marcos Witt, Marco Barrientos y Jesús Adrián Romero. Con su música también crecí y les tengo una deuda enorme por usar sus voces para alimentar mi fe. Pero, los jóvenes, sin duda, agradecíamos el regalo de cantar las canciones de Tercer Cielo porque se parecían a nosotros. En mi caso, me daba orgullo mostrarles a mis amigos no-creyentes que la música cristiana no era “aburrida”, sino increíblemente contagiosa y relevante para la cultura en que todos vivíamos y no solo para la subcultura evangélica.
Además, Tercer Cielo parecía que entendía a los jóvenes. Por ejemplo, sabían que estábamos en la época en que nos gustaban miles de personas y nos partían el corazón cada dos semanas. En especial, recuerdo la canción “Enamorados”, que decía: “Hoy, si suena el teléfono, puede volar por contestar”. ¿Y quién no podía identificarse con la emoción que daba recibir un mensaje de texto de la persona que te gustaba? ¡En eso andábamos! Y Tercer Cielo lo comprendía. Ellos cantaban de amor, de fe, de sueños. Presentaban cada aspecto de la vida cristiana de un modo con que nos podíamos relacionar.
Tercer Cielo cantaba de amor, de fe, de sueños.
Presentaban cada aspecto de la vida cristiana
de un modo con que nos podíamos relacionar.
En sus canciones, ser joven, enamorarse, perseverar, tener una visión, creerle a Dios era cool y emocionante; la mejor forma de vivir. Pero, también nos sabían acompañar en los días malos. La primera vez que “sufrí” por amor, oré a Dios con la canción “Te necesito”, que dice: “En el frío de la lluvia, he llorado sin consolación, deseando encontrar una respuesta a este dolor, y nunca llegó”. Un poco más intenso de lo que ameritaba el caso, pero esa canción estuvo ahí cuando la necesité.
Básicamente, me siento increíblemente orgullosa de haber tenido a Tercer Cielo como el soundtrack de mi juventud. Agradezco, en particular, que el Señor los usara para darme palabras en tantas situaciones que viví. Me enseñaron a incluir a Dios en mis luchas, en mis días buenos y en mis corazones rotos. Hoy me doy cuenta de que mi relación con Dios también se hizo más fuerte como resultado de lo que Juan Carlos y Evelyn sembraron en mí. Además, me mostraron que, a veces, los ministerios grandes son ministerios buenos.
