¿Cómo se mide el éxito?

Hace muchos años, cuando comencé a trabajar en el ministerio digital, una compañía cristiana me estaba ayudando a dar los primeros pasos. Me asesoraban y me apoyaban con ciertos aspectos tecnológicos. A pesar de tener su ayuda, nunca tuve la clase de éxito numérico que llama la atención. No digo que no tuviera cierto impacto en otros, pero nunca alcancé millares de millares ni millones de millones.

Cuando decidieron dejar de trabajar conmigo, pensé: “Si yo hubiera tenido buenos números, no me hubieran dejado”. No sé si mi juicio de sus acciones es injusto, pero no creo estar del todo equivocada. Con el tiempo, he aprendido que casi todo en esta vida es un juego de números.

De joven, cuando salía a evangelizar con otros, la pregunta al volver siempre era: “¿A cuántos les hablaste?” o “¿Cuántos aceptaron a Cristo?”. Querían saber cuántos. En la universidad, antes de aceptarme, me preguntaron con qué promedio me gradué de la secundaria. Con qué número. Después, en el ámbito laboral, la competencia se volvió “cuánto dinero ganas”. Qué cantidad.

Por ese tiempo, también comenzamos a hablar de cuántos años tenemos y de por qué a esa edad no nos hemos casado, graduado, hecho una maestría o dado a luz. Luego, contamos el número de hijos y el número de trabajos que hemos tenido. Nos comparamos por “cuánto mido”, “cuánto peso” y “cuál es la talla de mi sostén”.

En la vida espiritual, contamos el número de minutos que pasamos en nuestro tiempo a solas con Dios; contamos la cantidad de veces que oramos en la semana o que vamos a la iglesia en el mes. Cuando sirves en la iglesia, contamos las personas que vienen a nuestro estudio bíblico o célula, mientras que los pastores cuentan la cantidad de miembros en la iglesia.

Las redes sociales lo han llevado todo a un nuevo nivel. No porque antes no pensáramos en números, sino porque ahora todos pueden contar con nosotros. A nadie le podemos ocultar nuestra cantidad de likes, seguidores y comentarios. Y así, poco a poco, se nos va la vida contando.

Medimos, en parte, porque nos gusta tener una cierta sensación de control sobre lo que pasa. Si alcanzamos “cierto número”, entonces somos exitosos, estamos haciendo un buen trabajo, nuestra vida espiritual está bien. Hay una meta alcanzable. Si llegamos a la cima, nos podemos dar cuenta porque los “cuántos” nos lo dicen. Desafortunadamente, esto hace que el número, no el proceso, determine el valor de lo que hacemos. Lo importante, por ejemplo, es el número de nuestro peso, no cómo llegamos ahí. Celebramos el promedio de notas, no la integridad del estudiante. Llamamos “éxito” al número de reproducciones de un video y no a la perseverancia del creador de contenido. El pastor triunfa si hay tantas personas en la iglesia, no si predicó fielmente lo que Dios le puso en el corazón. Nos volvemos esclavos de los números, porque los buscamos para reafirmar nuestro valor.

Tal vez a ti te pasa también.

Quizás tú buscas tu valor en el número de tus años, en el tamaño de tu cintura, en la cantidad de tus logros, o en el número de personas que te felicitan en tu cumpleaños. El problema es que nunca parece ser suficiente. En el juego de los números, estamos destinados a perder. Por eso, le doy gracias a Dios porque Él no juega a contar. Me regocijo en que mi Padre Celestial mide el éxito con otros indicadores. Me alegro de que celebra, por ejemplo, que sigo aquí, que no me fui, y que sigo perseverando hasta el fin; celebra la devoción con que le sirvo y el amor que le doy a los demás.

Lo prefiero así porque he entendido que con números nunca voy a ganar. No tengo suficientes. Prefiero, entonces, ser medida por el amor que mi Padre Celestial me tiene; por el sacrificio que estuvo dispuesto a dar por mí. Prefiero que se me mida por mi fidelidad a Su llamado, por mi amor al prójimo, por mi devoción a Dios; y dejar que de los números se preocupen otros. Si voy a contar, quiero que sean las razones por las que estoy agradecida hoy y la cantidad de veces que Dios se ha mostrado a mi favor. Ese es juego que sí vale la pena jugar.

Publicado por Natacha R. Glorvigen

Cristiana. Publicista. Bloguera. Dios me ha cambiado la vida y vivo para contarles a otros que Él puede hacer lo mismo por cualquiera.

2 comentarios sobre “¿Cómo se mide el éxito?

  1. Excelente análisis…así es contar las veces que estamos agradecido..y las veces que el favor de DIOS está de nuestro lado es la verdadera NOTA que nos hace vivir en paz! Así lo creo..así lo vivo…Gracias mi Naty por esta enseñanza..Me ministra y me edifica..Muak te amo!

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