Mi reputación.
Hablando de ídolos en la vida.
Desde muy pequeña, he construido mi valor e identidad sobre un fundamento no muy firme. Me he convencido de que tengo derecho a ser amada con base en una sola premisa:
Yo soy perfecta.
Yo no cometo errores.
Yo hago las cosas bien.
Nada de eso es verdad, obviamente.
Tú y yo sabemos que no soy perfecta. Si me conoces personalmente, incluso lo sabes por experiencia propia.
También sabemos que cometo errores. Y, aunque quizás hago algunas cosas bien, jamás serán todas.
Pero, hay una parte de mí que se resiste a estar contenta con esto.
No lo quiero.
Siento que defraudo a otros cuando esperan algo de mí y no puedo darles eso. Y me defraudo a mí misma cuando espero algo de mí y no puedo vivir de acuerdo con esos estándares.
En algún punto del camino, me convencí a mí misma de que los demás solo me quieren cuando vivo de acuerdo con las normas que han sido trazadas para mí.
Otros pueden fallar, pero yo no.
Hay gracia para otros, pero no para mí.
Lo demás se pueden equivocar, pero yo siempre debo ser perfecta.
Por eso, aunque sé que tengo defectos, no me gusta verlos. Aunque le fallo a Dios, no me gusta ser confrontada con mi pecado. No me gusta que otros puedan señalar una falta en mí, porque, si no soy perfecta, no soy nada y no valgo mucho.
No soy así con lo demás. No trato a mis amigos y a mi familia así. Pero, en mi caso, soy como mi propio verdugo.
En lo que va de año, mientras creo que Dios me guía en un proceso de sanidad en mi interior, he comenzado a abrir mi mente y mi corazón a una verdad un tanto difícil de aceptar:
Me puedo equivocar.
Puedo intentar y fallar miserablemente.
Y puedo aceptar que Dios me ama de todos modos.
Puede aceptarme a mí misma a pesar de eso y no perderé el amor de los demás si mi actuación no es todo lo que se espera.
Puedo fallar.
Hay gracia para el pecador. En Cristo Jesús, hay misericordia para el que ofende a Dios y se arrepiente.
Hay segundas oportunidades para el que intentó y se equivocó, para el que creyó que iba por buen camino y en un momento se desvió.
Mi valor como persona no está basado en una actuación 100 % perfecta, simplemente porque esto no es posible. Y seguirlo intentando no solo me lastima a mí, sino a los que me ven y creen que esta es una meta alcanzable. Me observan y piensan que no lucho y no peco.
Hasta hace unos días, estaba segura de que lo peor que le puede pasar a una persona es arruinar su reputación. Creí que lo peor que podía ocurrir en la vida era caer en una falla moral que otros no pudieran perdonarme. Perder mi credibilidad y hundir mi servicio a Dios bajo una montaña de errores.
Sin embargo, eso no es verdad.
Eso es malo y ciertamente no quiero vivirlo, pero no es lo peor que le puede pasar a una persona.
No es la mayor desgracia de todas.
Lo peor que nos puede ocurrir es que perdamos el amor de Dios. El mal más terrible es que nuestro pecado nos aparte de nuestro Creador para siempre.
Y en Jesús, Dios se ha encargado de eso. En Cristo, somos eternamente aceptados. Eternamente invitados a la mesa a comer lo mejor del banquete, sin importar con cuántas manchas cruzamos la puerta.
Soy libre. Todos los somos. Nuestro comportamiento no define cuán amados somos. Mi perfección o falta de ella no me hace más o menos ante los ojos de Dios, y no debería afectar cuánto me permito amarme a mí misma.
Dios me ama perfectamente hoy y para siempre, incluso en mi imperfecta forma de corresponderle.
WOW Natacha! Cuan identificada me siento contigo en este post! Cuánto necesito repetirme que no puedo ser perfecta, que Él no espera que lo sea, que hay redención y una invitación a pesar de lo que somos. Te mando un abrazo gigante!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Amén! Así es. ¡Te mando un abrazo gigante yo a ti!
Me gustaMe gusta
¡Me encantó y estoy completamente de acuerdo!
Te quiero muchísimo, Nat ❤
Me gustaLe gusta a 1 persona
Y yo ti, Gene ❤ ¡Con todo el corazón!
Me gustaMe gusta
Lo peor que nos puede ocurrir es que perdamos el amor de Dios…. Cada mensaje es como un refrigerio para nuestro corazón, gracias Nata!
Me gustaMe gusta
¡Igual que tus palabras lo son para mí! Un abrazo, Ani.
Me gustaMe gusta
Auth! Mi Naty que enseñanza…gracias por compartir tremendo mensaje..me ministra y me hace sentir libre…gloria a DIOS!…..
Bendiciones de lo alto para tu vida! Te amo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Yo también te amo, tía! ¡Muchoooo!
Me gustaMe gusta