Lo que aprendí en una célula juvenil

Una de las experiencias más enriquecedoras y desafiantes de mi vida fue haber dirigido una célula juvenil en una plaza cerca de mi casa.

Frustrante en ocasiones también.

Ciertos jóvenes eran bastante constantes y tuvimos la oportunidad no solo de guiarlos a Jesús a través de una oración, sino de ayudarlos a dar sus primeros pasos en la fe; pero, con toda honestidad, el resto (que era mayoría) no asistía regularmente.

Un viernes podíamos ser un grupo de 20 personas, pero solo asistir 2 el siguiente (el asistente de la célula y yo). Nunca estaba muy segura de qué esperar porque no perseguíamos (demasiado) a nadie para que nos acompañara. Todo era voluntario (pero llevábamos comida porque eso siempre ha sido un gran elemento motivador, anota).

Con el tiempo, hice amistad con algunos de ellos. Sin embargo, a pesar de las grandes satisfacciones que tuve durante mi tiempo allí, nunca vi el grupo fijo/consolidado que siempre soñé.

Hace algunos meses, pasé por esa plaza donde nos reuníamos y, en el camino, me detuve en ese lugar especial donde poníamos una tela para que la gente se sentara mientras les compartíamos algunas enseñanzas bíblicas.

Y pensé:

“Muchos nunca se acercaron. Hubo tantos que solo vinieron una vez. Algunos escucharon y no siguieron adelante. Otros asistieron una vez por la comida y siguieron asistiendo por la misma razón”.

“¿Sirvió de algo lo que hicimos?”, era la pregunta realmente.

Por supuesto, tú me dirás que sí sirvió. Me dirás que sembramos algo en cada uno y que esta semilla dará fruto “a su tiempo”. Argumentarás que muchos de ellos, en algún momento de su vida, recordarán las palabras que escucharon.

Y, claro, estoy de acuerdo contigo; pero, en ese momento, allí de pie en la plaza, de repente vi algo que no había considerado antes:

Durante el tiempo que estuvimos en la plaza, incluso si nunca nadie hubiese respondido a nuestro mensaje, nosotros representábamos algo en ese lugar para los jóvenes: una opción, un camino distinto, una alternativa que considerar.

Les mostrábamos a esos jóvenes que había algo diferente.

Quizás tú te encuentras en una posición similar: hablas de tu fe, te esfuerzas en algún sitio, acomodas las sillas, llevas el refresco. Una y otra vez. Una y otra vez, sin ver los resultados que anhelas.

Sin embargo, más allá de esos resultados (que igual son buenos y no debemos dejar de quererlos), el simple hecho de estar presente te convierte en una categoría en la vida de las personas, representas una opción. Una alternativa que, si tú no estuvieras, no tendrían forma de conocer.

Nosotros éramos los “cristianos de la plaza”; la gente sabía de nosotros. Nos veían reunirnos todos los viernes. Hubiera muchos o asistieran pocos, cuando los jóvenes a nuestro alrededor necesitaban una oración, les dimos un lugar al cual acudir.

Pero, si tú y yo nos desanimamos y desaparecemos, no ven una alternativa. El camino que le muestran otros parece el único disponible.

PlazaCon nuestro servicio a Dios, como luz del mundo que somos, hacemos algo más que acumular personas en una reunión: representamos un camino que, aunque sea menos transitado que otros, será al que algunos querrán acudir en momentos de angustia.

En ocasiones puede que nos frustremos, por eso le hace bien a nuestro corazón recordar que nuestro esfuerzo no ha sido en vano. Las horas en la plaza, lo que sea que “la plaza” signifique para ti, valen la pena. Cada una de ellas.

Les mostramos a otros que la vida puede ser diferente, y eso, si me lo preguntas, también es un logro increíble.

Natacha Ramos

 

Publicado por Natacha R. Glorvigen

Cristiana. Publicista. Bloguera. Dios me ha cambiado la vida y vivo para contarles a otros que Él puede hacer lo mismo por cualquiera.

4 comentarios sobre “Lo que aprendí en una célula juvenil

    1. Un día alguien pasará por esa plaza y dirá, aquí fue donde sembraron la semilla que transformó mi vida,
      Tu nunca quizás lo llegues a saber,pero esa persona si recordara que hubo y hay un camino, una alternativa que transforma vidas atravez de otras vidas,
      Eres una de las miles de héroes invisibles con las que Dios dispone para salvar vidas.
      Bendiciones

      Le gusta a 1 persona

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