A continuación, un chiste:
Estaba un naufrago en el medio del mar pidiéndole a Dios que lo ayudara a regresar a su casa.
En esto aparece un barco y le dicen (al náufrago): ‘¡Está salvado! ¡Suba al barco!’
‘No, gracias, Dios me ayudará’, les contesta.
Al rato, otro barco pasa por allí, y el hombre les responde: ‘No quiero barcos que me salven, será Dios quien lo haga’.
Luego, otro barco y más de lo mismo.
El hombre, desesperado, grita: ‘¡Dios! ¿Pero por qué no me ayudas?’
Y se oye una Voz que le contesta: ‘¡Ya te he mandado tres barcos, idiota!’
¿Qué tal? ¿Te reíste? Quizás ya lo habías escuchado/leído.
Invariablemente lo recuerdo cuando estoy empeñada en que el Señor cumpla Su propósito con rayos y centellas cuando, en realidad, Él ha decidido usar métodos mucho más comunes que ese.
No me malinterpretes, Dios obra con sobrenaturalidad en diversas circunstancias. No está mal que esperamos esa clase de comportamiento de Su parte de vez en cuando; sin embargo, debo admitir que la mayor parte del tiempo Él escoge maneras bastante ordinarias para alcanzar Sus objetivos extraordinarios.
La mayor parte del tiempo Él escoge maneras bastante ordinarias
para alcanzar Sus objetivos extraordinarios.
¿Quieres un milagro en una relación en particular? Quizás nuestro Padre Celestial no envíe al Arcángel Gabriel a ordenar todo con el toque de una trompeta. A lo mejor, Él simplemente te está guiando a hablar con honestidad de lo que te pasa.
Probablemente, la oración: «Señor, ayuda a esta persona con sus finanzas», no involucre dólares lloviendo de una nube en particular, sino que signifique dar de tu dinero aunque a ti no te sobre.
«Padre, ¿cuál es mi propósito en el mundo», tal vez no se resuelva con legiones de ángeles susurrando a tu oído lo que debes hacer, sino que solo te corresponda prestar atención a aquello que te apasiona.
¿Cuántos barcos habremos dejado pasar esperando por el helicóptero celestial suspendido en nubes de gloria?
¡Pero eso puede cambiar! Toma la decisión hoy: cree en un Dios Sobrenatural, pero reconoce que usualmente Él responde las oraciones con un suave murmullo en las situaciones más cotidianas… no sea que llegue el día en que te diga: «te mandé tres barcos, idiota».