“Estoy cansada de tener miedo”, le dije a Dios en una oración hace unas semanas atrás.
Es la verdad.
Estoy cansada de que el miedo me susurre cosas al oído y obedecerle.
“No hagas nada. Todo el mundo te va a criticar”.
“Mejor no lo intentes porque vas a fracasar”.
“Quédate quieta; de lo contrario, todos se van a burlar de ti”.
Al parecer, siempre tengo tanto temor de hacer lo incorrecto que no actuar en absoluto se ve como la opción más sensata.
“¿Para qué me arriesgo? Me puedo caer si intento volar”.
Miedos.
Todos los tenemos.
Le pregunté a un grupo de personas como tú y yo acerca de sus temores; quizás lo que más me sorprendió al respecto fue la rapidez de sus respuestas. La mayoría contestó al instante y sé la razón: tienen su miedo tan presente que no necesitan buscarlo.
Siempre está ahí, a su alcance.
Estas son algunos de ellos:
El apóstol Juan, uno de los doce que anduvo con Jesús en la tierra, escribió a los creyentes en su tiempo esta importante declaración, válida para nosotros hoy:
“Nosotros hemos conocido y creído el amor Dios tiene para con nosotros… En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”
1 Juan 4:16a, 4:18a
Cuando tengo pesadillas en las noches, le pido a mi mamá que me abrace y así me siento plenamente segura, como si nada me pudiese dañar, lo cual es muy ilógico porque mi mamá no se podría enfrentar a casi nada de lo que sale en esos sueños, pero su amor se convierte en toda mi razón, ahí estoy a salvo y nadie me lo puede quitar.
Con Dios pasa igual.
En la medida que conocemos y creemos en Su perfecto amor hacia nosotros, nuestros temores van perdiendo su poder.
La lógica es esta: si Dios está conmigo y me ama, aunque algo se me oponga, no me podrá vencer.
“Dios está aquí, conmigo. Él me ama y no me abandonará”, se convierte en el antídoto contra todo miedo.
“Todo el mundo te va a criticar”, pero Dios nunca me dejará.
“Vas a fracasar”, pero mi valor no depende de si tengo éxito sino de que Dios me aprueba en Su amor.
“Todos se van a burlar de ti”, pero Dios jamás lo hará.
Mis temores se hunden en Su amor
No Longer Slaves
Yo no quiero que el miedo controle mi vida; quiero que el Dios que me ama controle mi vida.
No quiero que el temor me diga qué hacer y qué no; quiero que sea mi Padre Celestial quien se encargue de eso.
Quiero mirar a mis miedos directo a los ojos y decirle: tú no eres mi señor. Jesús lo es. Tú no eres mi jefe y no tengo por qué obedecerte. Le sirvo a uno mayor que tú, cuyo amor se halla a mi favor y quien promete estar conmigo todos los días de mi vida.
Estoy lejos de vivir así por completo pero le pido al Señor que me conceda cada día un mayor entendimiento de cuán ancho, largo, alto y profundo es el amor que me tiene, y eso me dé todo el valor. Tú puedes hacer lo mismo.
¿Tu temor es una pesadilla? Hoy te invito a dejar que Su perfecto amor te abrace de día o de noche, anule toda lógica y te haga osado en Él.