“Si todo el universo no tiene significado, nunca debimos haber descubierto
que no tiene ningún significado”.
C. S. Lewis
El ateísmo es, en los términos más sencillos posibles, confuso y bastante aterrador.
La mayoría de las personas que deciden no creer en Dios quizá no lo verá de esa forma tan radical, pero incluso sus más grandes líderes reconocen el peligro que significa para el mundo tal cual lo conocemos.
No solo porque propone las ideas de que 1) tu existencia no tiene propósito 2) este mundo es todo lo que hay y 3) tú eres lo único que tienes, las cuales, si me lo preguntas, ya de por sí resultan bastante perturbadoras; sino por la implicación que esta perspectiva de la vida tiene sobre la moral, nuestras nociones básicas del “bien” y el “mal”.
Déjame ilustrarlo de esta manera:
Yo puedo, desde mi fe, decirte que mentir es malo, que no lo hagas y que no animes a otros a hacerlo, incluso si eso te perjudica.
¿Eso significa que siempre quiero decir la verdad? Para nada. Puedo pensar en más de una ocasión en que una simple mentira (blanca, además) me habría ahorrado un momento incómodo, pero decidí no hacerlo porque amo a Dios y trato de obedecer sus mandamientos
Decir la verdad es lo correcto, según Dios. Él es el gran juez que determina a qué llamamos “bueno” y a qué llamamos “malo”.
¿Ves el problema? Si no hay Dios, como muchos afirman, no hay una ley suprema del bien y el mal.
Todas las opiniones son válidas si sabes argumentarlas, incluso si no. Todos están en lo cierto. Nadie está equivocado. Yo puedo mentirte y nadie tiene derecho a reclamarme que está mal.
Más grave aún, los ateos afirman que estamos aquí no por obra de un Creador, sino por “selección natural”; es decir, en este mundo, nuestra única razón de existir es sobrevivir, ¡y eso es aterrador!

Si no me crees, mira cómo lo dice Stephen Hawking, uno de los ateos más famosos del mundo, quizás el más famoso:
“Mi único temor respecto a la humanidad es que hemos llegado a esta escena por medio de la evolución. Estamos aquí por selección natural, y la selección natural implica el rechazo natural, lo cual significa que hemos llegado por nuestra violencia. Mi esperanza es que, de alguna forma, nos las arreglemos para no asesinarnos unos a otros en los próximos 100 años…”.
¿Lo ves? Si eso es así como dice, tenemos toda la razón del mundo para estar muy preocupados.
Todo lo que llamas bueno: dar cuando tienes poco, sacrificarte por quien amas, perdonar en vez de vengarte, escuchar a un amigo a pesar de que tienes mucho que hacer… ¡son tonterías!
En este mundo, según el ateísmo, solo sobreviven los fuertes, los que se imponen sobre lo demás. No hay “bien” ni “mal”, solo “débil” y “fuerte”.
En nombre de la supervivencia, todos los que roban para comer están en lo correcto.
Hitler tenía razón al condenar a todo el que no fuese de su agrado y está bien que te mienta cuando quiera hacerlo.
El bien y el mal son conceptos demasiado subjetivos. Nadie tiene razón y todos la tienen a la vez. Ambos lados de la guerra son válidos.
¿No estás de acuerdo con eso?
¡Entonces tiene que haber Dios! Si no lo hay, no hay reglas ni moral, no hay “bueno” o “malo”. Es ridículo negar la existencia de un Creador soberano y luego instruir a los demás para que sean buenos: ¿qué es ser bueno? ¿Quién lo dice? ¿Por qué debo hacerle caso a quien lo diga?
Si en tu interior hay siquiera un ápice de ardor por ver justicia, bondad y paz en el mundo, es porque crees o al menos quieres creer que venimos a este mundo a algo más que comernos vivos y sobrevivir; pero esa clase de mundo Stephen Hawking no te lo puede dar, solo Dios puede.
Ese tema es muy extenso, el de la moral. Pero es bueno poder conocer de tu interés sobre el tema. Me imagino que has leído Mero Cristianismo, ¿cierto? ¡Saludos!
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Es verdad, como para hablarlo por siempre. ¡Sí! Es un libro increíble, un verdadero clásico y lo amé ❤ ¡Saludos, Axel!
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