¿Acaso soy una máquina sin sentimientos?

¿Acaso soy una máquina sin sentimientos?

Jane Eyre

Leí esa pregunta en el clásico de Charlotte Brontë, Jane Eyre, y creo yo la habría contestado de esta manera:

Sí, justamente eso es lo que pienso que soy.

En primer lugar, confieso que soy la clase de persona que se adhiere a las reglas como si la vida se le fuera en ello. Si tú me dices que debo hacer A, haré A, incluso si debo quitarme un pie en el proceso. No hay B para mí. Solo A.

Saber eso de mí es importante para que entiendas lo que escribiré a continuación:

Desde que tengo uso de razón, siempre he escuchado que tengo que hacer lo correcto, incluso si no siento hacerlo. De hecho, de alguna forma, hay mayor mérito si no quiero hacerlo, porque significa que no me dejo gobernar por mis sentimientos.

Debo decir la verdad, incluso si quiero mentir.

Debo ir a trabajar, aunque no tenga ganas de hacerlo.

Debo ir a la Iglesia. Debo comer sano. Debo cepillarme los dientes.

Esto no es un asunto de qué quiero. No importa lo que quiero. Esto se trata de lo que debo.

Ahora bien, precisamente por mi personalidad de cumpliré-mi-obligación-aunque-me-mate-en-el-intento, llevé esa forma de vida a los extremos más insólitos: comencé a esconder/negar mis sentimientos.

Si percibía alguna emoción negativa al hacer mi deber, escondía ese sentimiento y seguía adelante, porque “a mí no me pueden gobernar mis sentimientos”.

Este era mi enfoque: hago lo que tengo que hacer, no importa lo que sienta.

Y casi me muero.

Negar mis sentimientos. Esconderlos de otros y de mí misma. Fingir que no sentía lo que sentía por poco acaba conmigo.

No me malinterpretes, lo que me enseñaron no está mal. Es cierto. Yo no puedo ser gobernada por algo tan inestable como los sentimientos, eso es un extremo.

Sin embargo, el otro extremo es igual de peligroso: Dios nos entregó nuestras emociones por una razón. Sentir es parte de lo que somos. No todo lo que somos, pero una parte digna de ser considerada.

Si constantemente nos sentimos inconformes, tristes, desalentados cuando hacemos alguna de las cosas buenas que Dios u otros esperan de nosotros, que incluso nosotros esperamos de nosotros mismos, ¡debemos decirlo! ¡Sacarlo a la luz! ¡Expresarlo!

Algo. Anda. Mal.

Quizás no lo sabías, así como yo no lo había reconocido tampoco, pero Dios no quiere que pases tus días sintiéndote miserable, incluso si haces un millón de cosas buenas y llevas pan a tu mesa.

De Dios es el gozo, la paz, el contentamiento; y muchas veces Él nos habla, nos grita cuando experimentamos lo contrario.

Los grandes héroes de la Fe a quienes admiramos eran personas que valientemente abrían su corazón y declaraban con valor todo lo que había ahí. Nuestras emociones también le importan a Dios.

En palabras de Jane Eyre, no somos una máquina, y es tiempo de que dejemos de comportarnos como si lo fuéramos; o de que nos comportemos como si otros lo fueran.

Traigamos a la luz de nuestro Padre celestial lo que sentimos y dejemos que Él trabaje con nosotros desde allí. Una vez que lo hayamos hecho, entonces cumplamos nuestro deber con la certeza de que Él transformará nuestro interior.

Quizás nos sorprendamos al saber que, lo que creíamos que era nuestro deber, realmente no era Su voluntad para nosotros, y Él simplemente estaba preparándonos para otra senda.

Publicado por Natacha R. Glorvigen

Cristiana. Publicista. Bloguera. Dios me ha cambiado la vida y vivo para contarles a otros que Él puede hacer lo mismo por cualquiera.

4 comentarios sobre “¿Acaso soy una máquina sin sentimientos?

  1. Seguramente nuestras emociones nos pueden traicionar, lo mas seguro es poder entender cual sea la buena voluntad de Dios, somos seres pensantes que reflexionamos ante realidades por esto existe una verdad y un camino donde todas las emociones afloran o lo pueden hacer pero siguiendo la certeza del llamado poder esperar con mas esperanza de alguna prueba o dificultad.

    Me gusta

    1. ¡Estoy de acuerdo! Obviamente, no debemos dejar que nuestras emociones nos controlen, ese es un extremo; pero, tampoco debemos negarlas (el otro extremo).

      ¡Gracias por tu visita y tu comentario! 😀 Ambos significan mucho para mí.

      Le gusta a 1 persona

  2. Hola Natacha! Precisamente, me he sentido así en varias ocasiones, aunque hacemos lo que debemos (aunque muramos en el intento) no es sano, aveces es mejor detenerse por un momento y hablar con Dios, sobre lo que nos pasa y también comentarlo porque si, eso es muy liberador. No somos perfectos, somos seres humanos y también nos cansamos en ciertas ocasiones. Tus mensajes, siempre son de bendición para mi vida! 😀

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: