PRIMER ACTO
– Natacha ¿puedes saltar de este puente?
– Sí, claro.
SEGUNDO ACTO
– Hey, Natacha, estoy cansado de nadar, ¿me prestas tu salvavidas?
– Umm, bueno.
TERCER ACTO
– Natacha, ¿todo anda bien?
– Bueno, tenemos algunos contratiempos pero nada de qué preocuparse.
¿CÓMO SE LLAMA LA OBRA?
Agradadora de personas
Esta obra no es difícil de entender, solo haz lo que tengas que hacer, di lo que debas decir para que todos estén felices contigo. Si lo haces, el papel es tuyo.
Repasemos los detalles para que no queden dudas:
+ No le causes problemas a nadie. Sé invisible si es necesario.
+ No le estorbes a las personas con tus opiniones contrarias
+ Sonríe siempre. Aprueba todo
+ Nunca abras tu boca para decir algo negativo
+ Todos deben estar contentos contigo. Siempre.
¿Está mal? Bueno, creo que se trata de un anhelo humano, muy natural y fácil de entender.
El problema es cuando tu deseo de aprobación controla tu vida y te hace actuar de formas que ofenden a tu conciencia.
He estado tantas veces en esa posición que, literalmente, puedo llamarlo una lucha frecuente. Con tal de no molestar a otros y hacer que ellos piensen bien de mí, digo «sí» cuando sé que lo correcto es «no», y digo «no» cuando está claro que la respuesta tendría que ser «sí».
Es como si evaluara: «¿qué quiere esta persona de mí?», e hiciera lo imposible por hacer las cosas como desea y, entonces, conseguir la tan buscada aceptación.
Me sorprende la cantidad de veces que me quedo callada cuando la situación me exige hablar, solo para no ofender a nadie como mi opinión, con la verdad atorada en la garganta.
Pero, a veces, cuando me paro firme, comparto mi opinión sin filtro, pasa que todos la respetan o, en su defecto, su desaprobación no me afecta tanto como vender mi conciencia por agradarles. Entonces, entiendo: no necesito que todos estén contentos conmigo siempre. Sin embargo, cuando parece que lo aprendí, caigo en lo mismo de nuevo.
Te estoy hablando de una batalla en progreso. No te hablo de cómo superé esto. No lo he superado. Solo lo he identificado y esa es la mitad del trabajo. La mitad fácil.
Me cuesta todo lo que hay en mí hacer algo cuando sé que no le agradará al otro. ¿Te pasa?
En esta temporada de mi vida, Dios me ha puesto en situaciones donde enfrentar mi miedo al rechazo es el único camino posible si quiero avanzar. ¡Es muy difícil! Pero, sé que debo recorrer esta senda para disfrutar mayor libertad.
Si compartes esta lucha conmigo, ora por mí mientras yo oro por ti, para que juntos tengamos la fuerza de decir:
+ No voy a saltar de este puente. No quiero.
+ No sé nadar. No puedo prestarte mi salvavidas.
+ No, hay cosas que no andan bien. De hecho, están que arden.
¿Menos querida por todos? Quizás. Pero vale la pena con tal de tener paz.
Óoooh! Entonces estaremos orando la una por la otra… dale?
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Síii! 😉
Me gustaMe gusta