Este vino para que diese testimonio de la luz…
no era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz
Juan 1:7-8 (RVR)
Las celebridades cristianas… *suspiro*
Definitivamente, todo un mundo por descubrir.
Grandemente aclamadas un día, señaladas sin piedad al siguiente. Luchan batallas que ni siquiera nos atrevemos a soñar; por ejemplo, no pueden darse el lujo de ser débiles con frecuencia, los juzgan si dicen algo doctrinalmente incorrecto; nadie olvida sus pecados (nunca)… y esas solo algunas de las que vienen de parte de cristianos.
En lo personal, por un tiempo, tuve una fuerte crítica contra algunos de ellos clavada en el corazón. No que les hiciera daño con eso porque está claro que lo desconocían por completo, pero, de repente, se me ocurrió que no soy la única en el mundo que ha pensado lo mismo acerca de sus ministerios para Dios.
¿Has visto como las personas buscan su atención y les expresan las más hermosas palabras de admiración? Antes, cuando veía a la gente agolparse a su alrededor, una idea cruel se me pasaba por la mente:
La gente no va a esos lugares por Dios, van por ese artista nada más
Cruel, ¿no es cierto?
No se lo decía a nadie porque sabía que era terrible… hasta que Dios me puso en mi lugar:
Un día estaba revisando el Facebook del famoso predicador Dante Gebel, una de las celebridades cristianas de habla hispana más reconocidas, y empecé a leer la lista de comentarios/críticas/insultos que gente de todo el mundo estaba dejando en una de sus publicaciones.
Una persona hizo eco a mis pensamientos y le escribió algo como esto: «las personas en tu Iglesia asisten para verte a ti, no para tener un verdadero encuentro con Dios».
Yo nunca lo hubiese dicho, pero entendía perfectamente el sentimiento que motivó a la persona a dejarlo asentado en un comentario.
Dante Gebel le respondió. Y al responderle a él, me respondió a mí.
Palabras más, palabras menos, dijo: «Eso es asunto de la gente, no mío».
Y, en ese momento, Dios abrió mi entendimiento para ver la verdad, para que abriera los ojos de una vez por todas.
¡Claro! ¿Qué culpa tiene un artista cristiano de que la gente vaya a un sitio no para escuchar de Dios sino para verlo a él? ¡Ninguna! Él no puede controlar los motivos de la gente. Ni siquiera Dios lo hace. Nosotros somos los responsables de las intenciones de nuestro corazón, no ellos.
¿Qué le estamos pidiendo exactamente a estos hombres/mujeres de Dios?: ¿cerrar su Iglesia? ¿dejar de predicar? ¿no grabar discos? ¿no hacer conciertos?
¡A b s u r d o!
Ellos hacen lo mejor que pueden para dirigir las miradas de todos al Señor… si estos no quieren hacerlo, nada pueden hacer al respecto, pero no por eso deben olvidar la misión que se les ha encomendado.
Además, con muchísima frecuencia ocurre que las personas asisten a un concierto porque quieren ver a un cierto artista, y al final terminan teniendo un verdadero encuentro con Dios. ¡Eso está bien!
¿Y qué si su principal motivo era ver a un hombre? No tiene que ser así cuando el evento llegue a su fin. Simplemente, puede ser una estrategia que Él usa para acercarnos a Él.
Como cuando Hollywood contrata a una actriz famosa en un reparto de desconocidos para que la gente se interese por la película.
Creo que tú y yo deberíamos sentirnos orgullosos de quienes proclaman el nombre de nuestro Dios y son famosos por ello. Necesitan nuestro apoyo, no nuestra condenación. Obvio ya sabemos que ellos no son la luz, pero apoyémoslos por el hecho de que dan testimonio de ella… sin temor.