
Hace unos días, la salmista internacional, Kari Jobe, lanzó un nuevo CD llamado «Majestic (Revisited)», el cual contiene las mismas canciones de su primer disco en vivo «Majestic»(Majestuoso) pero con diferentes arreglos.

Kari cuenta que durante la grabación de «Majestic» tuvo experiencias increíbles con Dios y quiso hacer memoria de ellas porque, muchas veces, el Señor se muestra en nuestras vidas con poder, pero con el paso del tiempo olvidamos esos momentos tan significativos.
«A veces olvido las grandes victorias que Dios me ha dado. Cuando recordamos Sus hazañas, nuestra fe se aviva y creemos más»
Kari Jobe
Leer esto tuvo un efecto interesante en mí, quizás pase lo mismo contigo.
Empecé a recordar momentos relevantes en mi andar con Dios, canciones y situaciones puntuales que vivimos juntos; sonreí al pensar en todo lo que el Señor y yo hemos caminado y la historia que hemos construido, un ladrillo a la vez.
Aquí están algunos de esos momentos:
1. Tenía como 6 años y mi papá me llevó a un cuarto desocupado de la casa a orar. Yo no entendía nada de eso excepto que parecía importante, pero no le prestaba atención en absoluto (tenía 6 años).
Sin embargo, cuando mi papá comenzó las palabras de la oración, las cuales yo debía repetir, empecé a llorar mientras las decía, sin razón aparente. Lloraba y lloraba, muy conmovida.
Cuando regresamos al cuarto, escuché cuando mi papá le susurró a mi mamá: «ella ya siente».
«¿Qué? ¿Qué siento?», pensé yo. No sabía qué había pasado. No sabía quién era Dios pero ese día percibí Su poder y Su amor por primera vez.
2. Desde los 14 años tuve muchas luchas con mi fe en Jesús; recuerdo en particular una canción que canté desde lo más profundo de mi ser en la sala de mi casa un día en que me sentía como que ya no podía más, era el grito desesperado de mi corazón: Aumenta mi fe – Marcos Witt.
Cuando la escucho, pienso en ese día y en cómo Dios sí aumentó mi fe, tal como yo se lo pedí.
3. Estaba atravesando una terrible situación familiar y me sentía muy, muy angustiada.
Esa noche, como no podía dormir, me levanté y lloré delante de Dios hasta que ya no me quedaron fuerzas. Clamé por Su consuelo con todo en mí.
Le dije: «Abba», «Abba», «Abba» (que significa «papi») entre muchas lágrimas, porque necesitaba a mi Padre Celestial más que nada en el mundo.
Esa noche, no se resolvió el problema, ni el día siguiente, ni el día siguiente… pero, inexplicablemente, pude dormir tranquila todas esas noches porque Él cuidaba mis sueños.
Recordar…
Qué bien nos hace revivir lo que el Señor ha hecho por nosotros. Nos llena de gratitud y contentamiento saber que Él ha estado presente en nuestras vidas y nos anima a mantener la esperanza de que seguirá a nuestro lado, por siempre.
¿Qué momentos recuerdas tú?
Puedes compartirlos conmigo en este post o a través del correo: natacharamos91@gmail.com, y allí me dices si me das permiso de publicarlo 😀
Hacer memoria de la bondad de nuestro Dios es una de las pocas razones por las que vale la pena volver al pasado.