Estoy esperando el bien

“En el mundo tendréis aflicción…”, dijo Jesús.

Seguro en tu vida ya has comprobado que, al menos en esto, Jesús de Nazareth tenía razón.

Vivimos en un lugar “donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar” (Mateo 6:19).

En este punto, tanto creyentes como ateos, asentimos con la cabeza. Cómo reaccionamos a eso, bueno, ya es otro cuento.

En mi vida cristiana, he aprendido a que, en medio de las dificultades, debo fortalecerme en el Señor, respirar profundo y confiar en que Él está conmigo en medio de cualquier tormenta.

Ninguna calamidad es más grande que mi Dios; eso me da fuerzas para continuar: colocar un pie delante del otro y seguir adelante.

“Dios no me va a dejar”, me digo.

“Nadie me puede quitar a mi Señor”, lo pienso con convicción.

Sin embargo, considero que he caído un poco en una actitud de resignación. Un poco al estilo de Job, ya sabes:

“El Señor me dio, y el Señor me quitó.
¡Bendito sea el nombre del Señor!”

Job 1:21

No es que esté mal esa respuesta. No lo está. En absoluto. Pero, creo que Dios ha estado tratando de enseñarme un camino más excelente.

Todo comenzó cuando vi en mi timeline de Facebook una frase de la Dra. Yang, ¿la conoces? Uno de los personajes de la serie “Grey’s Anatomy”.

Dice así:

“Deja de aceptar lo malo y demanda algo bueno”

Lo leí y seguí pero, por alguna razón, esa frase se adueñó de una parte de mi corazón.

No estoy recomendando que ese sea el lema vida de nadie porque no se supone que nunca aceptemos lo malo y siempre exijamos lo bueno a toda costa; pero, sí me dejó pensando en que con mucha facilidad asumo lo malo, con mi confianza puesta en el Señor (bien hasta ahí), pero dejo de lado la parte en que activamente uso mi Fe para creerle por lo bueno.

¿Me explico?
Se ha hecho sencillo para mí recibir lo malo y aceptarlo con buena actitud, pero como que me quedo allí; falta la otra parte en que doy un paso al frente y empiezo a creerle a Dios por Su mano a mi favor.

Creo que a veces se me olvida que Él no solo atraviesa conmigo las situaciones sino que quiere llevarme a un valle fértil y abundante.

Dios quiere buenas cosas para mí.

El salmista afirma que al tener al Señor como mi pastor, “el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. (Salmos 23:6)

Se supone que yo esté haciendo algo más que aceptar lo malo con una buena cara y ya.

Pienso que honro a Dios cuando espero con ansias todo el bien que Él tiene reservado para mí.

Así que mi desafío a partir de hoy será no solo aceptar en Fe las aflicciones comunes en el mundo, sino ir la milla adicionar y esperar con plena confianza el poder de mi Señor actuando para abrir ríos en el desierto.

Él es el Dios que me sostiene en el valle de sombra de muerte… pero también el que me hace descansar en delicados pastos.

Publicado por Natacha R. Glorvigen

Cristiana. Publicista. Bloguera. Dios me ha cambiado la vida y vivo para contarles a otros que Él puede hacer lo mismo por cualquiera.

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