¿Sientes que Dios te abandonó?
Quizás le has sido fiel por mucho tiempo, has estado haciendo lo correcto a pesar de las dificultades. Estás confiando en Su provisión, Su sanidad, Su amor… pero nada cambia.
“Ha sido así por tanto tiempo”, piensas.
“He enfrentado esta batalla tantas veces”, dices.
Si prestas atención a tu situación actual resulta incoherente creer que verás la victoria alguna vez.
¿No te cansas?
¿No te detienes a considerar lo que sucede a tu alrededor y piensas que no tiene sentido seguir luchando?
Ya no quieres ir la milla adicional. No sientes ganas de pelear más. Solo quieres acabar con esto. Rendirte de una vez. Abandonarlo todo.
Si es así como te sientes ahora, quizás pueda ayudarte con algo que me ha animado muchas veces.
En el libro, Las cartas del diablo a su sobrino, el autor C.S. Lewis ofrece una perspectiva muy interesante sobre esta realidad. Si la creemos y nos apropiamos de ella, puede ayudarnos a permanecer firmes en estos tiempos duros.
Esta obra de ficción trata de lo siguiente: un demonio muy experimentado llamado Escrutopo le da consejos a su sobrino Orugario sobre cómo destruir la vida y la fe de un cristiano.
Entre sus valiosas sugerencias, dice algo que vale la pena considerar.
Recuerda: este es un demonio hablándole a otro demonio sobre cómo acabar con la confianza en Dios de una persona:
“No te engañes, Orugario. Nuestra causa nunca está tan en peligro como cuando un humano, que ya no desea pero todavía se propone hacer la voluntad de nuestro Enemigo (Dios), contempla un universo del que toda traza de Él parece haber desaparecido, se pregunta por qué ha sido abandonado y todavía obedece”.
Wow.
Escrutopo dice (básicamente): Orugario, cuando una persona se siente abandonada por Dios y, a pesar de eso, le continúa obedeciendo, preocúpate… nuestra causa está en peligro.
El trabajo del enemigo en la vida del ser humano no tiene sentido si este no se rinde, si se niega a alejarse de Dios incluso cuando toda traza de Él parece haber desaparecido.
Para todos los que estamos en esa posición en este momento: sigamos caminando hacia adelante. Sigamos creyendo sin importar lo que vemos o lo que no vemos. ¡Dios está cerca!
Creamos que veremos su mano en algún momento, pero mantengamos nuestra confianza firme en Él si no pasa como pensamos.
Déjale esto muy claro a tu enemigo y a tus circunstancias: “estoy de parte de Dios incluso si no saco ningún beneficio de eso. No necesito que las cosas salgan como quiero. No sigo a Dios porque haga todo a mi manera sino porque le pertenezco a Él. Esta es mi elección por la eternidad: Él es mi Dios, le creo y le obedezco”.
Oh. Oh. Ahora la causa del enemigo está en peligro.
Mi hermana, no debo olvidar nunca comentar, con toda la intención de que te sientas apoyada y continúes. Eres una bendición. =)
Me gustaMe gusta
¡Tan bella, Mari! Muchas gracias 😉 logras totalmente tu objetivo.
Gracias por leer y tomarte el tiempo de comentar.
Saludos a tus papás y a tu hermano.
Siempre los recuerdo con muchísimo cariño.
Me gustaMe gusta
muy bueno niña
Me gustaMe gusta
¡Muchas gracias, sra. Neila!
Me gustaMe gusta